Investigación y teatro: mucha tela que cortar
"El punto de costura", de Cynthia Edul. "Captura de aves silvestres", de Grupo Basamenta.
“Siempre tengo la sensación de que cada momento que vivimos es histórico, de ahí la importancia de estar en el presente, ir a recitales, encontrarse con amigos, leer a los escritores que viven, ir al teatro, ver las películas que se estrenan, escuchar los discos, hablar con las personas, recorrer la ciudad caminando, ir a una marcha, presenciar una sesión del congreso, hacer un trámite, ir al mercado, tener un proyecto y llevarlo adelante como sea, aunque alguien lo considere un fracaso, participar en lo que sucede, como sea, estar, vivir lo contemporáneo, sin nostalgia, es lo mejor incluso para cuando nos pregunte alguien si tenemos algo que contar”.
La cantante, actriz y escritora Rosario Bléfari subió esto a Facebook en 2014. Resuena como un postulado, cada vez que alguien lo recuerda y lo vuelve a publicar. Lo leí el domingo, al volver de la Plaza de Mayo en un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976.
Participar en lo que sucede. Intervenir en lo que se discute. Estar en el propio tiempo. Por ejemplo, ser espectadores del teatro que se está haciendo y cuando alguien te pregunta qué viste, qué te gustó de lo que viste, poder contarlo.
Esta es la octava edición de mi newsletter y en la siguiente foto estoy yo, esperando para entrar a ver una obra. Una captura del momento preciso en que tuve una buena idea y tomó forma de lámpara.
Las obras que vi esta semana son muy diferentes pero tienen una génesis común: la investigación. Dos propuestas teatrales construidas luego del proceso obsesivo de exprimirle todo el jugo a un tema, que me dejaron pensando en los bordes de la experiencia teatral y en qué se puede convertir cuando se pasan esos límites.
“El punto de costura”, de Cynthia Edul, no es teatro convencional. Es una lectura montada sobre un escenario. Se trata de un recorrido inteligente, creativo y político por la historia del trabajo textil, uno de los fundantes de la civilización.
A partir de su relación con la empresa de sus abuelos, inmigrantes sirios, Edul teje con sensibilidad y poesía una trama que va de lo personal a la historia generacional de un país y sus etapas económicas.
Textos que son texturas. Texturas que contienen relatos. Retazos de telas, fragmentos de libros, una máquina de coser que marca el pulso del relato y una serie de imágenes audiovisuales documentales. Con todo eso y junto a Guillermina Etkin, compositora de la música e intérprete en vivo, Edul levanta un monumento a la industria textil.
Las funciones son los viernes, a las 20, en El Galpón de Guevara.
Ahora imaginate que estás descansando sobre el pasto, apuntás tu mirada al cielo y pasa un ave. O dos. O un grupo. Tus ojos se dejan llevar por el movimiento de esos animales hasta que desaparecen en la distancia o los oculta la copa de un árbol. De esta manera, dejándome llevar, vi “Captura de aves silvestres”, obra del Grupo Basamenta que acaba de terminar su cuarta temporada en Teatro Anfitrión.
El cuerpo es el gran ordenador de este espectáculo. Teatro físico. Vuelos, saltos, aleteos, gritos, cantos. Un despliegue de gestos y sonidos como resultado de, otra vez, la investigación, que en este caso resulta en una sucesión de escenas breves en torno a las aves silvestres.
Es un espectáculo que, con libertad absoluta, va de una historia de cuidadores de aves a la exploración del temperamento de las aves que luchan por su conservación.
Hay tensión, danzas, situaciones delirantes y un despliegue corporal con mucha técnica y juego expresivo. El grupo ya lleva más de 10 años proponiendo obras desde el laboratorio y esa permanencia en el tiempo es una muestra clara del buen estado de salud del teatro físico actual.
Muy buenas las actuaciones de Pía Fonseca, Fernando Morales, Julieta Raponi, Tomás Torres Oviedo y Matías Corradino. Gran trabajo el de este último. Destaco también la dirección, a manos de Ignacio Torres.