Un grito en el cuerpo y otro en la voz
Épica, de Belara Michán, y Un grito en la voz, de Pedro Frías Yuber y Tatiana Santana.
La literatura, el cine, la música y la danza alimentan al teatro. Además de su poder simbólico y su capacidad para crear imágenes, a veces con grandes despliegues de producción pero la mayoría de las veces -y cada vez más en estos tiempos- con recursos mínimos, el teatro tiene la libertad de tomar cosas de esas disciplinas para construir poéticas, contar historias y sorprender. Eso es algo que me encanta.
El escenario es como una hoja en blanco que da para todo. La creatividad de quienes lo usan parece no tener límites.
Esta semana vi dos propuestas muy distintas pero encontré que tienen algo en común. Las dos se apoyan en la danza y en la música. Sin dejar de ser obras de teatro, bordean su definición, buscan sentidos en otras disciplinas.
Si te gusta ver cosas que salgan de lo común, quizás encuentres en estos espectáculos algo interesante.
Estoy hablando de “Épica”, de Belara Michán, y de “Un grito en la voz”, de Pedro Frías Yuber y Tatiana Santana.
En “Épica” la palabra está ausente. La actriz, en silencio y sola, se expresa con el cuerpo. En el medio del escenario, al fondo, hay una estructura con estantes repletos de ropa. Durante todo el espectáculo suenan músicas que remiten a universos heroicos, legendarios.
Ahí está Belara con su idea. Intérprete y directora. Ella baila, se detiene y vuelve a bailar. Nos mira. Parece interrogarnos. Busca ropa en ese mueble. Se prueba vestidos, sacos, los desecha y vuelve a buscar otros.
¿Son otros personajes? ¿Es ella misma? No se sabe. ¿Para qué las elige? ¿Para salir al mundo? No se sabe.
Tapada por capas de telas y destapa hasta la última prenda: su piel. ¿Puede ser la ropa una máscara?
“Épica” es un cuerpo atravesado por el absurdo y una infinidad de preguntas que quedan en el aire.
Las funciones son los sábados a las 20 en Movaq.
“Un grito en la voz” es un musical que homenajea a Mercedes Sosa. Para mí, fue un viaje al pasado. Me pasé la adolescencia y su después escuchando las canciones que van tejiendo esta obra.
Entrás a la sala y te reciben unas cuerdas de guitarra. A un costado y al fondo, Dante Galeano toca. Aires folclóricos y melancólicos instalan el clima de lo que va a venir.
Sonia Alemán, Felipe Bou Abdo, Pedro Frías Yuber regalan una canción detrás de la otra. En el medio, algunos textos hacen referencias a las luchas, los exilios, los miedos y los sueños de un tiempo que hace poco parecía lejano y en estos días, con todo lo que está pasando, se siente la necesidad de recuperar esos ideales que la dictadura buscó destruir.
Las palabras y melodías de Violeta Parra, María Elena Walsh, Atahualpa Yupanqui, Silvio Rodríguez y Charly arman el mundo en el que Sonia, Felipe y Pedro cantan con una sensibilidad, una potencia y una calidad que conmueven. Los arreglos vocales de este espectáculo son realmente hermosos. Todo suena bien.
Es una obra que le habla a una idea de pueblo. Y a una idea de libertad muy unida a ese pueblo. Nada que ver con los usos que quieren darle ahora.
Una obra canción. Un homenaje a la piel de América. La esperanza liberada con un grito en la voz.
Podés verla los domingos, a las 16, en Teatro del Pueblo.