Dos versiones del declive
“La fragilidad de las casas”, de Victoria Almeida. “RUIN. La decadencia de la belleza”, de Agustín Soler.
El barrio de Palermo está de festejo porque tiene un nuevo espacio cultural. Acaba de inaugurarse el Teatro Armenia, con capacidad para 400 personas y promesas de teatro, música en vivo y formaciones.
Lo conocí este fin de semana en el estreno de “La fragilidad de las casas”, de Victoria Almeida, una comedia multimedia que mezcla música en vivo, una pantalla con proyecciones, recursos circenses, actuaciones muy expresivas y gran despliegue físico.
La obra está centrada en Cassandra y en sus relaciones personales. Su familia, sus parejas y sus experiencias románticas. Infancia, juventud y adultez narradas a través de las diferentes casas en que vivió.
La propuesta me llevó directo a una novela que leí este año. Se trata de “El libro de las casas”, del escritor italiano Andrea Bajani, en el que se cuenta la historia de un hombre, y de un país, a través de las casas en que vivió.
La idea funciona muy bien como decisión dramatúrgica. Las escenas se tejen en torno a esas viviendas y las experiencias que esta joven atravesó en ellas. La obra entretiene, sorprende, incomoda, hace reír y hasta conmueve. No hay respiro. Victoria logra atrapar a la platea con un relato que avanza a la velocidad de un objeto en caída libre.
Me quedo con esa imagen porque de algún modo lo que vemos es una mujer y su derrumbe, como si estuviera cayendo al vacío, empujada por su propio deseo de existir, crecer como persona, conocerse, conocer a los demás, y sobre todo ser querida. El deseo ciego de ser mirada, aceptada, amada.
Quiero destacar la muy buena actuación de Guadalupe Docampo, quien abre al público todas las posibilidades de su cuerpo, su voz y sus emociones para entregar toda la verdad sobre Cassandra. Y no está sola. Irene Vivanco desafía la gravedad con juegos acrobáticos. Facundo Mejías y Julián Rodriguez Rona usan infinidad de recursos cómicos para crear la variedad de personajes que se cruzan en la vida de Cassandra. Además, son la banda que suena en varios momentos de la obra. Van del clown al rock como yendo de la cama al living.
Además del texto, el otro acierto de Victoria es la dirección. Construyó una obra que es en sí misma una propuesta estética y performática. Lo hizo con infinidad de elementos, ladrillo a ladrillo, al servicio de una narrativa sólida, con inteligencia, entretenimiento y delirio. Se ve el trabajo, el juego y la creatividad. Victoria construyó su obra como quien construye una casa. Ladrillo a ladrillo. Una casa para nada frágil.
Las funciones son los sábados a las 21.30 y los domingos a las 20.
Los instantes circenses de este espectáculo terminaron de consolidarse en la otra obra que vi esta semana. Ahora sí, cien por ciento clown de principio a fin.
“RUIN. La decadencia de la belleza” es la nueva propuesta de Agustín Soler, quien trabajó de payaso en circos europeos y en obras de teatro argentinas, y que en esta oportunidad dirige este espectáculo que puede verse en El Galpón de Guevara.
¿De qué va? De un circo y tres personajes. Del derrumbe de ese circo y la pregunta sobre el futuro de esos tres personajes y sus intérpretes. ¿Que quedará cuando la carpa ya no esté?
Es una obra simple, poética, que apunta directo al universo de esos circos que iban de pueblo en pueblo, empujados y sostenidos por personas que parecen vivir día y noche en la cuerda floja.
Es un espectáculo que apuesta al gesto, la mirada, lo sutil, a través de un tiempo aletargado. Una obra que camina en una época en que todo corre. En ese sentido es revolucionaria, porque genera sentidos desde lógicas muy opuestas a las de las pantallas y las palabras, algo que impacta en la vida cotidiana de espectadores que minutos antes estuvieron pendientes de sus celulares y quizás escuchando audios a velocidad x2.
El fuerte de esta obra es su minimalismo. Casi no hay texto, apenas sonidos. Los personajes se definen en sus silencios, sus torpezas, sus movimientos lentos, sus miradas, la máscara humana como pasaje hacia otro tipo de lenguaje o de existencia. Una existencia frágil, llena de preguntas, de errores, de pérdidas.
El trabajo de interpretación de Carmen Tagle, Jesica Elois y Lucía Brasa es bellísimo. Construyen una manera de estar en el mundo que no se pierde en ningún momento. Con técnica, precisión y absurdo. El truco funciona. Desde la platea, mirando cada detalle, caemos en ese agujero negro que es ese circo en decadencia. Mientras tanto, sobrevuela algo de la esencia de Chaplin y de Buster Keaton, así como de Samuel Beckett.
La estética es preciosa. Una propuesta visual cuidada y con una identidad fuerte. En algunos momentos los personajes coquetean con la idea de salir, escaparse, pegar el salto hacia el exterior de la escena. La debilidad y la fortaleza del teatro en un instante.
Con una dirección excelente, Agustín crea un mundo que permite recordar qué es el teatro y por qué existe desde hace tanto tiempo y nunca muere. El resultado es un homenaje escénico al error y el acierto, a la alegría y la tristeza, al juego como terreno vital de lo humano.
Las funciones son los domingos a las 17.