Una pareja de clase media encuentra una escapatoria a sus problemas económicos en un plan criminal. Absurdo. Humor negro. Humor ácido. Una obra oscura.
“Burkina Faso” fue escrita por Daniel Dalmaroni con la crisis de 2001 como telón de fondo. Ahora puede verse en una versión que se acomoda a nuestro presente. Porque en este país las crisis van y vienen, se reciclan, y sus responsables también.
Se unieron un texto bien escrito, dos buenas actuaciones de Julia Gorostiza y Walter Scaminaci, y una dirección precisa de Laura Cuffini.
Es una apuesta al minimalismo y a la forma. Dos sillas y una luz que traza un círculo. El cuerpo y la palabra arman un entramado solidario, apoyándose uno sobre el otro. Así, mientras se narra la historia, las frases desafían los límites de la racionalidad. Se dice con suavidad lo brutal. Lo familiar deviene en lo monstruoso. Una historia de una pareja que es metáfora de la tragedia del país.
Los personajes expresan cosas cuestionables pero con una sensatez inquietante. El delirio se instala como una posibilidad cotidiana, normal. Y al mismo tiempo en las interpretaciones los detalles de los gestos, las miradas, ciertos tics nerviosos, juegan con lo extraño, con lo que no podemos controlar.
Estos personajes conversan desde sus sillas sentados como anclados, una capa más en la incomodidad de la historia que se muestra y las personalidades de los protagonistas. Atrapados en el espacio escénico, encaran con oscuridad cosas difíciles de resolver. Como espejo, los espectadores, anclados a la vez en nuestras butacas, observamos y pensamos sobre nuestras propias estrategias para enfrentar las dificultades de la vida.
Después de la función charlé con Laura, la directora, sobre cómo fue el proceso de armado de este espectáculo. Me dijo que le encanta la dirección superfísica y que trabajaron sobre una partitura de movimientos. Eso se ve claramente y es uno de los logros de la puesta. Además, me contó que el humor oscuro de la obra a veces le da gracia y a veces la angustia. “El texto me angustiaba y no terminaba de convencerme sobre atravesarlo. ¿Quiero yo estar viviendo esto?”, dijo. Por suerte, lo hizo.
Crear es también crear frente a las propias incomodidades. Este equipo trabajó muy bien, cuidando el detalle, lo estético, y apoyándose en el poder del minimalismo escénico.
Las funciones de “Burkina Faso” son los sábados, a las 22, en Teatro ÑaCa.
Del teatro salto a la literatura para contarles que se presenta mi libro “Quiero ser yo el que te diga que te vayas”. Va a ser este jueves 25 a las 20.30 en La Vieja Guarida (Guardia Vieja 3777, CABA). Puede ser una linda oportunidad para encontrarnos. ¡Te espero!
Y si querés leerlo, aprovechá la preventa acá. ¡Gracias!