Entre mitos y mates
"La Malinche", de Cristina Escofet. “Enamorarse es hablar corto y enredado”, de Leandro Airaldo.
Fui al teatro, viajé 500 años para atrás y volví. Vi el estreno de “La Malinche”, escrita por Cristina Escofet y dirigida por Andrés Bazzalo, en el Teatro Nacional Cervantes.
Cuenta la historia de Malinche, conocida también como Malinalli, una mujer originaria de México que fue dada como esclava a los españoles después de una batalla. Esta mujer cumplió un rol importante como traductora del “conquistador” Hernán Cortés. Fue su “amante” y con él tuvo un hijo.
Me interesó mucho cómo el aspecto bisagra del personaje, el papel que cumple como cruce de culturas e identidades, aparece simbólicamente en la construcción creativa de la obra. Porque la obra tiene su logro en el encuentro de soportes expresivos. Es actuación y performance. Es voz hablada y cantada. Es cuerpo físico y audiovisual. Es historia y mito.
Muy buenas interpretaciones, tanto de Maia Mónaco como de Ana Yovino. Sobre todo es impactante la potencia de Maia cuando canta.
Suma mucho la escenografía, que remite a la arquitectura de esos tiempos y sobre la que se proyectan imágenes de impacto visual.
El sonido, diez puntos. Destaco la música original y dirección musical de Gerardo Morel. Maximiliano Más es el músico que a un costado de la escena crea el ambiente perfecto para este ritual teatral, histórico y mítico.
Las funciones son de jueves a domingo, a las 19.30.
282. Es la cantidad de funciones que lleva la obra “Enamorarse es hablar corto y enredado”. Ocho temporadas de una historia simple que logra cautivar a la platea.
Un banco de una plaza, una mujer de la ciudad y un hombre de campo. La obra es el encuentro entre estos dos personajes, interpretados por Sol Rodríguez Seoane y Emiliano Díaz.
Esta propuesta mira con ingenuidad y simpleza la manera en que dos desconocidos se van acercando, conociendo, enamorando. Funciona, sin dudas. Si no, ¿cómo se explican tantas funciones durante tantos años?
El mate y la conversación van tejiendo la historia. Con las pausas y los movimientos que forman parte del ritual de dar y recibir un mate, el texto de Leandro Airaldo, quien también es el director de la obra, despliega un diálogo lleno de torpezas, accidentes, encantamientos y silencios. Todo eso, con mucho humor y juegos de palabras.
Dos actuaciones llenas de inocencia y ternura, construidas desde los gestos, los tonos y la máscara, destrezas que despliega con mucha habilidad Emiliano, apoyado en lo caricaturesco de su personaje.
Este espectáculo viene acumulando premios, festivales y giras. Ahora puede verse en El Camarín de las Musas, los sábados a las 20.30.