Traducir el viaje de los hijos
OKASAN: Diario de viaje de una madre, adaptación de Paula Herrera Nobile con colaboración de Sandra Durán y Carola Reyna, basada en el libro de Mori Ponsowy. Sin guion, dirigida por Franca Boletta.
El domingo empecé a leer un libro. El lunes fui al teatro. El martes terminé de leer ese libro.
Vi “OKASAN: Diario de viaje de una madre”, con dirección de Paula Herrera Nobile, basada en el libro de Mori Ponsowy, que cerré justo antes de escribir este envío. La obra es una adaptación de Paula con colaboración de Sandra Durán y Carola Reyna.
Un unipersonal. Uno más de los notables unipersonales que vi este año. Carola Reyna se luce en una actuación sensible, precisa, detallista, poética y con un poder de evocación sorprendente. Es un trabajo brillante.
Hubo algo especial en mi experiencia de llegar a la mitad de la novela, ir a ver la versión teatral, y volver con esas imágenes escénicas a la novela hasta terminarla. El libro es precioso y la adaptación es la mejor adaptación posible para poder montarlo. En la obra está todo lo que se necesita para que la historia sea entendida y para conservar la poesía del libro.
Me encanta ver teatro y me encanta leer. Esta experiencia de condensar en tres días la misma historia en sus dos versiones me dejó más enamorado que antes del teatro y de la literatura. Los fragmentos de texto que quedaron afuera de la obra, flotan sobre el escenario si leíste el libro antes de ver la obra, o enriquecen lo que viste en escena si lo leés después.
Carola interpreta a una madre, la narradora, que viaja a Japón a visitar a su hijo, un joven que fue a vivir a ese país por una beca. La madre se encuentra con un idioma que no comprende, con costumbres desconocidas, con un mundo absolutamente distinto y distante, el nuevo mundo de su hijo Matías. Un viaje a lo desconocido. Como el viaje hacia un hijo, que puede ser hacia un desconocido.
No hay lugar en el mapa más lejos de Buenos Aires que Tokio. Matías eligió vivir en el punto más distante. Se está inventando una vida lejos de todo lo que conoció. Al disolver estos kilómetros y tener otra vez a su hijo delante, esta madre ve que su hijo ya es otro, y que ella también ya es otra al ver cómo su hijo está creciendo.
En la escena hay dos personajes. Carola solamente interpreta a la madre, no representa al hijo, pero sus palabras, su voz y la emoción hacen que durante toda la puesta lo veamos con ella en escena.
La escenografía construye la identidad japonesa con un árbol, un banquito, un farol, unas mesas y una pared típica de papel de arroz. La iluminación va dirigiendo la mirada y además ilustra los traslados horizontales en tren o verticales al subir el Skytree, la estructura artificial más alta de Japón.
Una obra de teatro y una obra literaria. Dos orillas de lo mismo. Una ciudad y otra. Una madre y un hijo. Un diálogo permanente, con los encuentros y los desencuentros que implica un diálogo.
En el libro se lee:
Ahora hay una distancia entre mi hijo y yo. Una distancia que está hecha de tiempo; una distancia que no entiendo; que detesto. Una distancia a la que no me acostumbro y que no puedo traducir.
No te la pierdas. Una dirección cuidada. Un texto bellísimo. Una actuación excelente. Recomiendo mucho esta obra y el texto en el que se basa. No conocía a Mori, me encantó y ahora estoy en busca de sus otras historias.
Las funciones son los lunes de noviembre, a las 20, en Teatro El Picadero, un espacio hermoso, ideal para montar una obra como esta.
Me había quedado en el tintero contarte sobre un espectáculo muy particular que vi en Savia Cultural. Se trata de “Sin guion”, en el que un grupo de actores y actrices arman una obra en el momento. No es el típico espectáculo de impro con músicos en escena que estoy acostumbrado a ver. En este caso, el público no sugiere temas, géneros ni títulos. El grupo de artistas está ahí haciendo todo. Mientras unos actúan, otros escriben en una computadora que a la vez proyecta en la pared frases y detalles que dan contexto a lo que se está viendo. Mientras tanto, la directora está adelante de espaldas al público y agachada, manejando a los personajes. A veces les da indicaciones para trasladarse en el espacio, a veces les tira letra, a veces los corta. Al mismo tiempo manipula lámparas para generar climas y da indicaciones al técnico de luces. Me entretuve y me divertí. Lo que más me sorprendió fue la creatividad, el ritmo, la rapidez y la fluidez con que trabaja Franca Boletta en su rol de directora en vivo. Realmente genial. Actúan Juan Francisco Crisci, León Díaz, Julia Franzini, Araceli María Orellano y Sofía Zirolli. Músicos: Sebastián Fernández, Melina Gioia.
Era la última función. Seguro que vuelven, así que seguilos en Instagram para enterarte cuándo y dónde retoman.