Una semana con la muerte
“Debería llamarse Rosa Furia”, de Laura Eva Avelluto. “Imprenteros”, de Lorena Vega.
Hola. Soy Hernán Salcedo, la persona detrás de Blogteatro. Hace muchos años creé ese blog para hablar de algo que me apasiona: el teatro.
Como todo en este mundo, el sitio se fue transformando. Primero lo usé para subir notas que veía en otros medios, después publiqué entrevistas a actores, actrices, directores y directoras, y también escribí críticas de obras.
Ahora quiero jugar al newsletter.
Me propuse ver la mayor cantidad de teatro posible y te voy a ir contando todo lo que vea para contagiarte mis ganas. Ahí vamos.
Después de esta bienvenida paso a hablar de una obra que tiene como centro una despedida.
Los rituales de la muerte son muy personales. La obra “Debería llamarse Rosa Furia”, de Laura Eva Avelluto, es ejemplo de eso.
Edelma viaja al Delta del Tigre a tirar las cenizas de su marido muerto. Mientras habla con el difunto, espía a una pareja que (lejos del duelo) fue a conectarse con la vida. Con el lado sensual de la vida.
Si te gustan los unipersonales, andá a ver cómo Cecile Caillon interpreta a esta mujer. Es una gran actriz. Se hace preguntas, suelta secretos, se angustia, se ríe. Va y viene sobre el escenario, inquieta, como si pateara hacia adelante el motivo por el que fue a encerrarse unos días a una casa del Tigre.
Conozco a Cecile desde hace muchos años y sigo con mucha admiración su carrera. Me encanta verla en escena.
Laura tiene una lista larguísima de obras como autora y directora. No es la primera vez que trabajan juntas. Recuerdo cuánto me gustó, por ejemplo, “La niña Jamón’, hace diez años.
“Debería llamarse Rosa Furia” puede verse los domingos, a las 20.30, en Teatro El Extranjero.
Además de este unipersonal vi una obra que va por su sexta temporada: “Imprenteros”. Muy recomendada por mucha gente y ahora también por mí.
Teatro documental. Lorena Vega, de pie frente a un micrófono. A un lado, sobre palets apilados, el resto del elenco espera su momento para actuar. Al fondo, una pantalla donde se verán fotos y videos. Del otro lado, una computadora en la que el técnico controla las imágenes de esa pantalla.
Es la historia de una imprenta familiar. O de un padre imprentero apasionado por su trabajo, y de cómo toda una familia gira alrededor de su pasión por los papeles, las máquinas, la tinta y el diseño.
Imágenes de archivos, sonidos de máquinas y un relato que recorre el drama de tres hermanos a quienes les arrebataron la imprenta donde se criaron y a la que, tras la muerte de su padre, no pudieron volver.
“Imprenteros” es un ejercicio de memoria que confluye en un espectáculo diferente y conmovedor. Lorena logra mezclar nostalgia y humor para hablar de los condicionamientos, la libertad, el amor y el dolor que atraviesan la genealogía de una familia.
Lo mejor: el momento desopilante en el que Lorena comparte detalles del video de su fiesta de 15. Volvería a verla solo para revivir esa escena.
Un dato: la función que vi fue parte del Festival Temporada Alta 2024 en Timbre 4. La segunda y última función ya está agotada pero está obra siempre vuelve.
Otro dato: la obra se estrenó en 2018 dentro del ciclo “Proyecto familia”, curado en el Rojas por Maruja Bustamante, motor del circuito independiente.
Volveré a hablar de Maruja en el próximo envío porque el año pasado escribió y dirigió para el Cervantes “Potencia Gutiérrez”. Por suerte, reestrena este jueves. ¡Y yo ya tengo mi entrada! Si te suscribís después te cuento.